EL BEATO ALCALAREÑO AGUSTÍN ALCALÁ Y HENKE SERÁ “PROTECTOR DEL CONSEJO DEHERMANDADES”.

La Junta Superior del Consejo ha nombrado al Beato alcalareño como “Protector del Consejo de Hermandades y Cofradías” comunicándolo al Sr. Arzobispo en la Misa de clausura del Cincuentenario, tras el acuerdo tomado el pasado mes de enero.

Este nombramiento viene motivado por el hecho de que D. Agustín perteneció a varias Hermandades alcalareñas como la Hermandad Sacramental de Santiago, la Hermandad de Jesús Nazareno, la Hermandad de Ntra. Sra. del Águila, la Hermandad del Santo Entierro y la Hermandad Sacramental, de Ánimas y Concepción de San Sebastián, llegando a ser Hermano Mayor de esta última. Por ello, D. Agustín se convierte en un ejemplo de cristiano y cofrade para todos los alcalareños. Así lo ha reconocido el Presidente del Consejo, cuando en la citada Misa de clausura indicaba: “Su proclamación como beato nos llena de gozo porque se convierte para nosotros los cofrades en un ejemplo cercano de incondicional amor a Dios. Es por ello que los cofrades alcalareños hemos querido hacerlo Protector de nuestro Consejo de Hermandades.”
El Consejo colocará una imagen del beato y un recuerdo en su memoria en la sede.

El beato alcalareño.
Nació en Alcalá en 1892, siendo bautizado en la iglesia Parroquia de Santiago. Era el cuarto de los cinco hijos del matrimonio del farmacéutico Agustín Alcalá y Teresa Henke. Estudió Bachillerato en El Puerto de Santa María y Derecho en la Universidad de Sevilla, donde defendió su Tesis Doctoral sobre la esclavitud en 1914. Su actividad empresarial (fue uno de los principales artífices de la expansión industrial de Alcalá), la política (bajo postulados de la Doctrina Social de la Iglesia) y la colaboración con la Iglesia (perteneció a las Conferencias de San Vicente de Paúl y a varias Hermandades de Alcalá, siendo hermano mayor de la Sacramental de San Sebastián) constituyeron sus ejes vitales. Su compromiso cristiano quedó patente en la forma de tratar a los trabajadores a su cargo, inspirado en el catolicismo social del momento.

En la noche del 17 de julio de 1936 fue herido mortalmente por dos pistoleros; acababa de entregar una importante suma para atender a los necesitados. Murió encomendándose a Dios y perdonando a sus enemigos. Su muerte fue muy sentida en Alcalá, sobre todo por los obreros. Siempre logró acuerdos con los trabajadores, nada propicio en unos momentos en los que arreciaban la lucha y las pasiones exacerbadas entre posiciones ideológicas extremas. Fue sepultado en la Capilla sacramental de San Sebastián.

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